Toda alma es inviolable,
Cualquier pensamiento puede ser privado.
La meta más profunda es
encontrar la fuente de la santidad.
El cuerpo puede ser saqueado y cortado en pedazos, pero la mente no puede ser nunca invadida. Es sólo cuando permitimos que otros nos influencien para que nuestras mentes pueden ser penetradas. El mal puede prosperar en esclavizarnos física, emocional o mentalmente, pero sólo puede hacerlo mediante el engaño. Es por eso que debemos recordar la santidad de nuestra propia alma. Nuestros pensamientos son privados. Mientras seamos determinados, el mal no puede dominarnos. La gente piensa que otros pueden leer la mente o que los dioses vigilan nuestros movimientos. Ningún maestro, ningún psíquico, ningún dios puede franquear nuestra puerta interna si elegimos no dejarlos entrar.
Al retirarnos al santuario de nuestras almas, también podemos conocernos a nosotros mismos. Este esfuerzo no puede ser llevado a cabo por otros. Puede sólo ser logrado mediante el propio esfuerzo de vivir y dedicándonos continuamente a la contemplación. Sólo nosotros podemos entrar al más sagrado núcleo de nuestro ser y encontrar los secretos de la vida.